martes, 15 de octubre de 2013

Destinatario: Casa.

A veces es bonito echar de menos,
todo parece más agradable desde lejos,
más amable
más estable
más difuso.

Sé que hay alguien esperándome,
que piensan en mí a través de bosques,
de montañas
de tierras extrañas
de océanos.

Noto que la vida me pide su espacio
un ritmo rápido para no pensar en eso
sin saber que un mensaje a tiempo
es mi nueva manera de dar un beso
de buenos días mientras despiertan despacio.

Me imagino sus caras, su bostezo
pescando las galletas en la taza,
el pijama salpicado de mantequilla,
y noto cómo se me derrite la coraza,
cómo con la ilusión poco a poco me mezo.

Pienso en sus caminos siguiendo adelante,
supongo el suelo ya quemado por sus pasos,
confío en ellos superando todas las caídas,
con el corazón cada noche durmiendo al raso
como si esperaran que la luna les cante.


Pero, ¿sabéis qué lo mejor?
les leo acostarse
y a veces les noto abrir de nuevo los ojos,
desesperezándose suavemente,
y sé
que he estado velando sus sueños.

domingo, 6 de octubre de 2013

Declaración de rutina.

Hace un par de días
-aleatorios pero consecutivos-
en que duermo a deshora
a deshonra
y a lo loco.

En que bebo lo que sea
bailo en contaminación.
También pierdo a los dados
empato en la cama
y gano a qué.

Hace un par de días
-de mañanas o de noches-
en que pienso demasiado
no (te) entiendo nunca nada
y escribo bien poco.

En que no tengo ropa limpia,
ni plátanos, ni dramas
(más allá de la mera existencia
humana cruel incomprensible,
por supuesto).

Y estoy hoy
ahora ya
suficientemente cansada como para dormir hasta mañana
y hasta el mañana de mañana.
Pero sobre todo,
estoy hoy
ahora ya
-y va para largo-
suficientemente cansada como para dejar de intentarlo
(y ya no hablo de dormir, corazón).