lunes, 11 de junio de 2012

Y ya no sabes salir.

Ese sentimiento de pérdida de algunas mañanas nada más despertarte. Ese desarraigo, ese 'quiero y no puedo' por el simple hecho de que no sabes que quieres. Ese peso en el pecho, ese darte cuenta de que te cuesta todo y más. Ese saber que lo tienes todo pero eres incapaz de dejarte llevar, de sentir sin sentirte culpable. Ese seguir adelante porque no quieres hacer daño, mientras intentas que no se den cuenta. Esas ganas de gritar "¡QUE NO, JODER!" como si tus palabras no fueran a dolerle a quien te escuche. Esa certeza de que no eres tan perfecta ni tan buena ni tan tonta como piensan los demás, como les has hecho pensar, pero esa incapacidad para dejar de comportarte así. Esa rabia acumulada a lo largo de los años, esa frustación que te has comido para no explotar ante alguien que no se merece tragarse tu mierda. Porque sabes que hay días que no sabes llorar, porque tienes el escudo tan bien puesto que te cubre entera, lo has llevado cerrado tanto tiempo que los cierres se han oxidado y ya no sabes salir. Te has convertido en una mezcla entre estatua y animal. Y no quieres a nadie porque no te quieres a ti misma.