sábado, 22 de diciembre de 2012

Hipotético caso.

    Habláis de tener pájaros en la cabeza, pero os olvidáis de las aves que anidan en sus rodillas y le levantan la falda en cada aleteo.

    (Quizás por eso ama las faldas con vuelo.)

    Y actúa tan bien, es tan escena en tu cabeza que no te has dado cuenta de que ha dejado de decirle para imaginarle, porque "suspiro por ti" está ya muy dicho y a estas alturas se nos da mejor idealizar que aprender a vivir.

    Y lo preferimos, es más fácil.

    Quizás se pinta ahora corazones y más aves en el cuerpo porque no le decoran sus caricias, y coronas alrededor de los pezones como si él hubiera tocado esa base, y brillaran, y el cielo de estrellas le aplaudiera porque nunca le ha importado palidecer ante el home run que, adelante, ojalá consiguiéramos.

    Es posible que se haya desnudado otra vez sola, porque tú no estabas (ni cualquiera) y porque, mirad, siempre le han valido sus dos manos. Aprendió hace tiempo que la imaginación no solo sirve para pensarle, y que si la masturbación tántrica existe debe parecerse a escribir esto.

    Que no importa, ella puede seguir marcando sus derrotas allá donde le alcance el boli, entre su piel y el papel, porque algún día sumará tantas que saldrá positivo. Y tendrá otro cuerpo sobre el que dibujar.

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