lunes, 10 de diciembre de 2012

Adiós.

Esta poesía está hecha hace un par de semanas, y antes tenía un nombre que ahora he cambiado, pero eso no importa mucho. Tampoco son casuales los puntos suspensivos del título.



Qué sabia es la caligrafía china, 
cada trazo de una palabra 
es un proceso interior. 
Y cada tachón, aprendizaje.


No es fácil heredar el arte
cuando te quedas tanto tú, abuelo,
pero poco a poco nos va goteando
por la cercanía de cuando nos piensas.

Y aun así sacar cada palabra
cuesta años de aprenderla,
como duele aprender a caminar, y
casi tanto como aprender a vivir.

(Ojalá aprendiéramos a eso algún día.)

No son fáciles estos tiempos,
ni a tu edad ni a la mía.
ni a la de nadie.
aunque dudo que cualquier tiempo pasado fuera mejor.

Estamos aquí. Nos vale.

Continuamos recordando las
épocas de los mofletes rojos y
los dientes de leche. Y las
fotos con zapatos absurdamente pequeños.

Continuamos viviendo dibujos,
novelas, dedicatorias y poesías,
A pesar de que yo no sé nada de métrica.
Y tú, quizás, demasiado.

Y todos los trazos que nos quedan por enlazar.

Y toda la vida.





No hay comentarios:

Publicar un comentario