sábado, 1 de diciembre de 2012

De cómo no autodestruirme.


Nada de fumar, ni de difuminar
los límites de la realidad
con el humo 
en cada respiración.

 

    En realidad no me importa ya. Lo digo como quien repite una retahíla de oraciones que aprendió le inculcaron siendo niño.

   Pero te equivocas. No es sexy porque no eres Jamen Dean, ni Marilyn. Ni es barato. Y no vamos a hablar de lo sano que tampoco es.
 
    Pero no me importa.

    Y sin embargo es el único método que yo no utilizaría para autodestruirme.

    Me gusta más tragarme tu promesa de que sí, de que esta vez lo dejas, y luego respirar tu humo en mi cara.

    Y toser corazón disfrazado de alquitrán a modo de respuesta. Ya ni siquiera pongo los ojos en blanco porque tu gris que sale al exterior en forma de nube no te permitiría verlo.

 
    Pero me alegro que os vaya bien con las marcas que deja con el tiempo.

    (Porque él sí os deja a vosotros. Secuelas)

    Debe saber a muerte y a seco.

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